Aralar
Enclavada en el interior del Goiherri, la sierra de Aralar tiene una influencia mágica no sólo para las gentes del lugar, sino también para los recién llegados. Su fascinante relieve con grandes elevaciones calizas, sus ríos y manantiales, su rica vegetación y fauna, sus tradiciones cargadas de mitos y leyendas, no pueden más que cautivar al observador.
La cumbre emblemática de Aralar es la del Txindoki, también denominada Larrunari o Ñañarri, que destaca por su elegante silueta, visible desde muchas zonas y considerada como la montaña más querida y hermosa de Gipuzkoa.
La Sierra de Aralar tiene 2190 ha y 350 km2 y pertenece a Gipuzkoa y Navarra. Es un gran macizo kárstico, lo que se traduce en un paisaje rocoso y caótico de lapiaz, valles ciegos, colinas y multitud de simas y cuevas. A la vez, es un paisaje de prados siempre verdes y hayedos que cambian de color a cada estación, una de las más importantes estaciones dolménicas y un marco incomparable para realizar senderismo.
La actividad humana en la zona es muy antigua como atestigua la cantidad de monumentos megalíticos, con la mayor concentración de dólmenes de Euskadi. También ha sido desde siempre una zona eminentemente pastoril, con una importante cabaña ganadera, sobre todo de oveja “latxa”.
La naturaleza caliza de los materiales, unida a la presencia del agua, han originado gran cantidad de procesos kársticos con abundantes simas, manantiales, sumideros y corrientes de agua subterráneas; los ríos Amundarain y Agauntza muestran un espectáculo lleno de vida, y con sus saltos y pozas, una calidad de agua excelente y una bien conservada vegetación de ribera.
La vida animal es propia de alta montaña con especies destacadas como el alimoche, el águila calzada, el buitre, las chovas piquigualda y piquirroja, el verderón serrano, el pito negro, el avión roquero junto con la ratilla nival, la marta, el gato montés, el zorro, el jabalí,...