McRackin
Super Moderator
un ejemplo de las cartas que se pueden leer diariamente en los periodicos locales..........
Salvemos Ibiza: nos queda muy poco tiempo (Javier SERAPIO / Psicólogo y psicoterapeuta)
Esta maravilla de la naturaleza que es Ibiza, malherida aunque todavía con constantes vitales estables, ha sabido perdurar durante siglos a epidemias, saqueos e invasiones exteriores, pero desgraciadamente me temo que no podrá resistir a las esperpénticas y delirantes ideas e intereses privados de unos cuantos políticos (que para nada representan las intenciones y deseos de muchos de sus propios votantes) y apoderados, que bañados en una prepotencia megalomaníaca pretenden jugar a los scalextric y al monopoly con lo que queda de la isla (por supuesto, haciendo trampas, cambiando las normas que haga falta para ajustarlas a sus deseos y motivaciones, no a la realidad isleña). A no ser que lo impidamos, que nos movilicemos.
Nadie que ame de verdad esta isla, que respete, entienda y valore su auténtica esencia, su historia, sus limitaciones geográficas y físicas, debería permitir que se inflija tanto dolor a una tierra, al alma y esencia ibicenca. Ibiza va a ser maltratada por unos padres adoptivos que son incapaces de escuchar las verdaderas necesidades de su hija, porque sólo saben atender sus propios egoísmos e intereses.
Yo no sé ustedes, pero yo amo Ibiza, y leer cada día los pormenores del PTI, del PGOU, de los proyectos de autovías, las normas subsidiarias de Santa Eulalia, el proyecto de ampliación del puerto con la construcción de las nuevas plataformas y estructuras del dique, la ampliación del aeropuerto... me irrita, me indigna, me enferma. Es como una pesadilla sin fin. Me recuerda una visita que hice de casualidad, estando en Santillana del Mar (Cantabria) hace unos años, al museo de la Tortura de la Santa Inquisición. Salí con las tripas removidas, realmente cruel, inhumano, estremecedor. Pero a veces es necesario contemplar estas cosas detenidamente para poderse plantear cuán perversa y sádica llega a ser la mente humana con tal de poder conseguir algunos intereses económicos, religiosos, políticos...en definitiva, ansia enfermiza de poder para escapar de las miserias internas, de las inseguridades y fragilidades que en realidad van asociadas a la existencia humana. No puedo dejar de pensar que Ibiza, su tierra, su mar, su alma, su gente que la ama y respeta de verdad va a pasar por un sinfín de infernales instrumentos de tortura, para ser flagelada, empalada, quemada, crucificada hasta morir: dígase pasar por las descerebradas leyes que han sido aprobadas con un vacío total de empatía y emoción hacia un entorno frágil y enfermo, y que en poco tiempo cambiarán para siempre prácticamente toda su fisonomía, para emparejarnos con nuestras futuras primas hermanas Marbella, Sicilia y Benidorm. Y todo esto ocurrirá delante de los ojos de todos los que de verdad queremos a esta isla (que somos muchos, y por supuesto van incluidos aquí muchísimos ibicencos votantes del PP -conozco a muchos que no están de acuerdo con la masacre generalizada que se avecina- pero que tal vez no se atreven a manifestarse por la presión social del entorno, por miedo al `qué dirán´ que tanto ha condicionado la personalidad ibicenca).
Por todo esto, pienso que la solución está en que los ciudadanos ibicencos podamos descontextualizar y separar de la crispación política este tema crucial para la isla y su futuro, y en consecuencia el nuestro y el de nuestros hijos. Ahora mismo, por motivos más que obvios y repetidos desde la política, Ibiza estará muerta en poco tiempo. El apasionamiento y rencor entre políticos o ciudadanos que se defienden en el escudo de su elección PP o Pacto, como si fuera un partido Madrid-Barcelona de fútbol, no la pueden salvar. Ibiza, esta maravilla de luz, color y magia que a algunos nos ha engendrado y a otros acogido debe de estar por encima de los intereses económicos de unos pocos que no sienten para nada el más mínimo afecto y empatía hacia su tierra. Ahora mismo la isla sólo la podemos salvar con transfusiones urgentes de sentido común por parte de todos los que nos sentimos ibicencos (nativos y de adopción), seamos del partido o equipo que seamos (ya sea de ninguno, del PP, del Pacto, del Barcelona, del Madrid, del Numancia o de cualquier otro). La camiseta que hay que ponerse es la de Ibiza, ninguna otra es válida en esta lucha. Es una cuestión de ética social. Todos nos equivocamos. Y este conjunto de leyes para la isla es un auténtico error, y en el fondo lo saben muchos, pero les da igual, su motivación es otra. Nos advierten desde Alemania (y rápidamente se viaja hasta allí para intentar tapar la mancha); desde Inglaterra (con numerosos artículos críticos repetidos en publicaciones de renombre); desde revistas nacionales (como ejemplo reciente, la revista Tiempo); desde el Colegio de Arquitectos; desde el Institut d´Estudis Eivissencs; desde la Plataforma en contra de los proyectos de las autovías; desde algunos periodistas sensibles y comprometidos que radiografían casi a diario la triste realidad de la isla; desde investigaciones desde la UIB en su área de Geografía donde concluyen que la realización de las autovías no se explica precisamente por su necesidad sino por los mismos motivos especuladores de siempre; desde la oposición que, extenuada por la lucha, parece haber tirado la toalla ante la avalancha especuladora y constructora del PP; desde los grupos y partidos ecologistas; desde la aguda visión de numerosos artistas e intelectuales comprometidos con la isla que no pueden dar crédito a esta sinrazón; desde la opinión de muchos ciudadanos ibicencos de muchas nacionalidades que escriben al apartado de los diarios de cartas al director mostrando magníficas y estremecedoras muestras de sensibilidad y cariño a la isla por una parte, y de rabia e impotencia por otra, además de cartas de personas que ya están pensando en hacer las maletas para no sufrir viendo la tortura que le espera a la isla. Y me dejo muchos. Pero parece que todas estas advertencias no importan, cada vez que alguien nos coloca delante un espejo, se intenta romperlo, desprestigiando, ignorando o tergiversando el mensaje, ya que no coincide con el `espejito mágico´ de sus deseos. Pero las personas, los pueblos, las ciudades, las sociedades no pueden avanzar ni mejorar si no se permiten ver sus defectos para intentar corregirlos, aprender de la experiencia y no repetir los errores una y otra vez (como ocurre de forma compulsiva en Ibiza).
¿Se imaginan la isla dentro de poco tiempo, con la autovía del aeropuerto, de San Antonio, con la ampliación del puerto con las plataformas en el dique, con el macroaeropuerto invadiendo espacios naturales, con la aniquilación de más del 70 por ciento del territorio que queda por construir, con 44 urbanizaciones más en lo que queda de costa, la invasión de cemento que le espera a Jesús, Puig d´en Valls, San José, es Canar, Santa Eulalia...?¿Les parece que eso será Ibiza?¿Qué tipo de gente se planteará venir aquí? ¿Qué tipo de valores se transmitirán y respirarán en el aire ibicenco? Parece como si una parte de la población de la isla se hubiera identificado inconscientemente con todos aquellos que a lo largo de la historia vinieron a saquear y arrasar la isla y a su gente, sólo que ahora será una parte de los ibicencos quien golpeará e invadirá, ¿a quién? A su propia isla y a la parte de la población que la quiere y respeta.
En definitiva, Ibiza ha sido condenada a la tortura, crucifixión y muerte por sus propios cuidadores y gestores, pero todavía no se ha ejecutado. Sólo los ibicencos que amamos la isla, seamos del equipo que seamos, podemos pararlo. Una vez Ibiza se movilizó para salvar Cala d´Hort y evitar la destrucción de uno de sus signos de identidad, y se consiguió. Ahora que se va a aniquilar toda la isla entera, ¿qué ocurre? ¿dónde está la capacidad de respuesta? La sociedad está paralizada y resignada con la misma indefensión e impotencia que sufre una mujer maltratada sin esperanza de cambio. Impidamos la ejecución de Ibiza por este conjunto de leyes que saliendo del seno de la isla y a cambio de un puñado de monedas, van a traicionarla, como hizo Judas con Jesús, permitiendo la aniquilación de su fisonomía e identidad real y auténtica, dotándola de una nueva y falsa imagen de traje y corbata que encubrirá un corazón de cemento y corrupto hasta la médula. Ibiza es demasiado bella y valiosa y su gente, cultura, alma y esencia no merecemos este atropello irreversible. Rectificar es de sabios. Movilicémonos, pongámonos todos la camiseta de Ibiza. Nos queda muy poco tiempo.
Salvemos Ibiza: nos queda muy poco tiempo (Javier SERAPIO / Psicólogo y psicoterapeuta)
Esta maravilla de la naturaleza que es Ibiza, malherida aunque todavía con constantes vitales estables, ha sabido perdurar durante siglos a epidemias, saqueos e invasiones exteriores, pero desgraciadamente me temo que no podrá resistir a las esperpénticas y delirantes ideas e intereses privados de unos cuantos políticos (que para nada representan las intenciones y deseos de muchos de sus propios votantes) y apoderados, que bañados en una prepotencia megalomaníaca pretenden jugar a los scalextric y al monopoly con lo que queda de la isla (por supuesto, haciendo trampas, cambiando las normas que haga falta para ajustarlas a sus deseos y motivaciones, no a la realidad isleña). A no ser que lo impidamos, que nos movilicemos.
Nadie que ame de verdad esta isla, que respete, entienda y valore su auténtica esencia, su historia, sus limitaciones geográficas y físicas, debería permitir que se inflija tanto dolor a una tierra, al alma y esencia ibicenca. Ibiza va a ser maltratada por unos padres adoptivos que son incapaces de escuchar las verdaderas necesidades de su hija, porque sólo saben atender sus propios egoísmos e intereses.
Yo no sé ustedes, pero yo amo Ibiza, y leer cada día los pormenores del PTI, del PGOU, de los proyectos de autovías, las normas subsidiarias de Santa Eulalia, el proyecto de ampliación del puerto con la construcción de las nuevas plataformas y estructuras del dique, la ampliación del aeropuerto... me irrita, me indigna, me enferma. Es como una pesadilla sin fin. Me recuerda una visita que hice de casualidad, estando en Santillana del Mar (Cantabria) hace unos años, al museo de la Tortura de la Santa Inquisición. Salí con las tripas removidas, realmente cruel, inhumano, estremecedor. Pero a veces es necesario contemplar estas cosas detenidamente para poderse plantear cuán perversa y sádica llega a ser la mente humana con tal de poder conseguir algunos intereses económicos, religiosos, políticos...en definitiva, ansia enfermiza de poder para escapar de las miserias internas, de las inseguridades y fragilidades que en realidad van asociadas a la existencia humana. No puedo dejar de pensar que Ibiza, su tierra, su mar, su alma, su gente que la ama y respeta de verdad va a pasar por un sinfín de infernales instrumentos de tortura, para ser flagelada, empalada, quemada, crucificada hasta morir: dígase pasar por las descerebradas leyes que han sido aprobadas con un vacío total de empatía y emoción hacia un entorno frágil y enfermo, y que en poco tiempo cambiarán para siempre prácticamente toda su fisonomía, para emparejarnos con nuestras futuras primas hermanas Marbella, Sicilia y Benidorm. Y todo esto ocurrirá delante de los ojos de todos los que de verdad queremos a esta isla (que somos muchos, y por supuesto van incluidos aquí muchísimos ibicencos votantes del PP -conozco a muchos que no están de acuerdo con la masacre generalizada que se avecina- pero que tal vez no se atreven a manifestarse por la presión social del entorno, por miedo al `qué dirán´ que tanto ha condicionado la personalidad ibicenca).
Por todo esto, pienso que la solución está en que los ciudadanos ibicencos podamos descontextualizar y separar de la crispación política este tema crucial para la isla y su futuro, y en consecuencia el nuestro y el de nuestros hijos. Ahora mismo, por motivos más que obvios y repetidos desde la política, Ibiza estará muerta en poco tiempo. El apasionamiento y rencor entre políticos o ciudadanos que se defienden en el escudo de su elección PP o Pacto, como si fuera un partido Madrid-Barcelona de fútbol, no la pueden salvar. Ibiza, esta maravilla de luz, color y magia que a algunos nos ha engendrado y a otros acogido debe de estar por encima de los intereses económicos de unos pocos que no sienten para nada el más mínimo afecto y empatía hacia su tierra. Ahora mismo la isla sólo la podemos salvar con transfusiones urgentes de sentido común por parte de todos los que nos sentimos ibicencos (nativos y de adopción), seamos del partido o equipo que seamos (ya sea de ninguno, del PP, del Pacto, del Barcelona, del Madrid, del Numancia o de cualquier otro). La camiseta que hay que ponerse es la de Ibiza, ninguna otra es válida en esta lucha. Es una cuestión de ética social. Todos nos equivocamos. Y este conjunto de leyes para la isla es un auténtico error, y en el fondo lo saben muchos, pero les da igual, su motivación es otra. Nos advierten desde Alemania (y rápidamente se viaja hasta allí para intentar tapar la mancha); desde Inglaterra (con numerosos artículos críticos repetidos en publicaciones de renombre); desde revistas nacionales (como ejemplo reciente, la revista Tiempo); desde el Colegio de Arquitectos; desde el Institut d´Estudis Eivissencs; desde la Plataforma en contra de los proyectos de las autovías; desde algunos periodistas sensibles y comprometidos que radiografían casi a diario la triste realidad de la isla; desde investigaciones desde la UIB en su área de Geografía donde concluyen que la realización de las autovías no se explica precisamente por su necesidad sino por los mismos motivos especuladores de siempre; desde la oposición que, extenuada por la lucha, parece haber tirado la toalla ante la avalancha especuladora y constructora del PP; desde los grupos y partidos ecologistas; desde la aguda visión de numerosos artistas e intelectuales comprometidos con la isla que no pueden dar crédito a esta sinrazón; desde la opinión de muchos ciudadanos ibicencos de muchas nacionalidades que escriben al apartado de los diarios de cartas al director mostrando magníficas y estremecedoras muestras de sensibilidad y cariño a la isla por una parte, y de rabia e impotencia por otra, además de cartas de personas que ya están pensando en hacer las maletas para no sufrir viendo la tortura que le espera a la isla. Y me dejo muchos. Pero parece que todas estas advertencias no importan, cada vez que alguien nos coloca delante un espejo, se intenta romperlo, desprestigiando, ignorando o tergiversando el mensaje, ya que no coincide con el `espejito mágico´ de sus deseos. Pero las personas, los pueblos, las ciudades, las sociedades no pueden avanzar ni mejorar si no se permiten ver sus defectos para intentar corregirlos, aprender de la experiencia y no repetir los errores una y otra vez (como ocurre de forma compulsiva en Ibiza).
¿Se imaginan la isla dentro de poco tiempo, con la autovía del aeropuerto, de San Antonio, con la ampliación del puerto con las plataformas en el dique, con el macroaeropuerto invadiendo espacios naturales, con la aniquilación de más del 70 por ciento del territorio que queda por construir, con 44 urbanizaciones más en lo que queda de costa, la invasión de cemento que le espera a Jesús, Puig d´en Valls, San José, es Canar, Santa Eulalia...?¿Les parece que eso será Ibiza?¿Qué tipo de gente se planteará venir aquí? ¿Qué tipo de valores se transmitirán y respirarán en el aire ibicenco? Parece como si una parte de la población de la isla se hubiera identificado inconscientemente con todos aquellos que a lo largo de la historia vinieron a saquear y arrasar la isla y a su gente, sólo que ahora será una parte de los ibicencos quien golpeará e invadirá, ¿a quién? A su propia isla y a la parte de la población que la quiere y respeta.
En definitiva, Ibiza ha sido condenada a la tortura, crucifixión y muerte por sus propios cuidadores y gestores, pero todavía no se ha ejecutado. Sólo los ibicencos que amamos la isla, seamos del equipo que seamos, podemos pararlo. Una vez Ibiza se movilizó para salvar Cala d´Hort y evitar la destrucción de uno de sus signos de identidad, y se consiguió. Ahora que se va a aniquilar toda la isla entera, ¿qué ocurre? ¿dónde está la capacidad de respuesta? La sociedad está paralizada y resignada con la misma indefensión e impotencia que sufre una mujer maltratada sin esperanza de cambio. Impidamos la ejecución de Ibiza por este conjunto de leyes que saliendo del seno de la isla y a cambio de un puñado de monedas, van a traicionarla, como hizo Judas con Jesús, permitiendo la aniquilación de su fisonomía e identidad real y auténtica, dotándola de una nueva y falsa imagen de traje y corbata que encubrirá un corazón de cemento y corrupto hasta la médula. Ibiza es demasiado bella y valiosa y su gente, cultura, alma y esencia no merecemos este atropello irreversible. Rectificar es de sabios. Movilicémonos, pongámonos todos la camiseta de Ibiza. Nos queda muy poco tiempo.