Mi postura es totalmente negativa al Tratado constitucional que tiene mas tintes de imposición que de propuesta, ya que el proceso de elaboración del mismo, se ha desarrollado de espaldas a la ciudadanía europea y sin contar con los pueblos y los sectores populares. No responde a las necesidades de la clase trabajadora sino a los de las grandes multinacionales y la política económica neoliberal que protagonizan los grandes Estados miembros.
Antes de nada veo que lo que se somete a consulta no es una Constitución en el sentido que se entiende ésta, ya que no ha habido proceso constituyente alguno. Lo que se ha realizado es la refundición de textos y acuerdos anteriores, a los que se les han realizado añadidos y supresiones por parte de un «comité de sabios» compuesto por las elites políticas de cada estado miembro. Por tanto, una de las características esenciales que distingue a los regímenes democráticos de los que no lo son, como es la participación de la ciudadanía en la construcción del marco general de convivencia, como es una Constitución, no se ha producido en este caso.
Visto desde Euskal Herria, el texto carece de elementos que animen a aprobar el texto:
Esta Constitución no nos permite estar como pueblo en Europa, porque niega el derecho de autodeterminación. La Europa de los estados se muestra incapaz de dar cualquier paso en esa dirección, ya que choca con la columna vertebral del edificio comunitario, basado en la preeminencia de los Estados sobre los Pueblos.
No se da un reconocimiento, ni meramente formal, de las lenguas minorizadas como el euskara, el bretón o el catalán. Supone un verdadero peligro para el euskara ya que además de no contemplarla como lengua oficial obvia su propia existencia, siendo como es, una de las lenguas más antiguas de Europa.
Tampoco se puede pasar por alto el enorme retroceso que supone el texto en el terreno social. Como ejemplo, el punto 2 del artículo 75 dice que «todo ciudadano de la Unión tiene libertad para buscar un empleo», en una fórmula que recuerda más al modelo liberal estadounidense que a las conquistas sociales logradas por la clase obrera europea a lo largo del pasado siglo.
Un texto que es incapaz de establecer, como hacen otras constituciones, el derecho a un puesto de trabajo para todos los ciudadanos o que limita a las «legislaciones y prácticas nacionales» el derecho a la atención sanitaria, donde los servicios públicos son un concepto que desaparece para ser privatizados, que olvida por completo las reivindicaciones de la mujer y no recoje la igualdad de género como valor, un texto que define un modelo de desarrollo "insostenible" que conlleva la sobreexplotación de los recursos y el alargamiento de nuestra huella ecológica, supone además, un tremendo paso atrás respecto de los programas ambientales desarrollados hasta ahora. ... no es la mejor invitación para que los sectores de izquierda y progresistas del continente le concedan su apoyo.
Antes de nada veo que lo que se somete a consulta no es una Constitución en el sentido que se entiende ésta, ya que no ha habido proceso constituyente alguno. Lo que se ha realizado es la refundición de textos y acuerdos anteriores, a los que se les han realizado añadidos y supresiones por parte de un «comité de sabios» compuesto por las elites políticas de cada estado miembro. Por tanto, una de las características esenciales que distingue a los regímenes democráticos de los que no lo son, como es la participación de la ciudadanía en la construcción del marco general de convivencia, como es una Constitución, no se ha producido en este caso.
Visto desde Euskal Herria, el texto carece de elementos que animen a aprobar el texto:
Esta Constitución no nos permite estar como pueblo en Europa, porque niega el derecho de autodeterminación. La Europa de los estados se muestra incapaz de dar cualquier paso en esa dirección, ya que choca con la columna vertebral del edificio comunitario, basado en la preeminencia de los Estados sobre los Pueblos.
No se da un reconocimiento, ni meramente formal, de las lenguas minorizadas como el euskara, el bretón o el catalán. Supone un verdadero peligro para el euskara ya que además de no contemplarla como lengua oficial obvia su propia existencia, siendo como es, una de las lenguas más antiguas de Europa.
Tampoco se puede pasar por alto el enorme retroceso que supone el texto en el terreno social. Como ejemplo, el punto 2 del artículo 75 dice que «todo ciudadano de la Unión tiene libertad para buscar un empleo», en una fórmula que recuerda más al modelo liberal estadounidense que a las conquistas sociales logradas por la clase obrera europea a lo largo del pasado siglo.
Un texto que es incapaz de establecer, como hacen otras constituciones, el derecho a un puesto de trabajo para todos los ciudadanos o que limita a las «legislaciones y prácticas nacionales» el derecho a la atención sanitaria, donde los servicios públicos son un concepto que desaparece para ser privatizados, que olvida por completo las reivindicaciones de la mujer y no recoje la igualdad de género como valor, un texto que define un modelo de desarrollo "insostenible" que conlleva la sobreexplotación de los recursos y el alargamiento de nuestra huella ecológica, supone además, un tremendo paso atrás respecto de los programas ambientales desarrollados hasta ahora. ... no es la mejor invitación para que los sectores de izquierda y progresistas del continente le concedan su apoyo.