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"Bachata, merengue, rueda cubana, batuka... son palabras que están de moda en Eivissa, como todo el universo que rodea a la salsa.
Este tipo de ritmos ha experimentado un gran auge en los últimos tres años. Un auge propiciado en parte por la presencia de inmigrantes dominicanos, cubanos o colombianos que dominan el baile y la música y por la gran función social que muchos han descubierto en esta actividad, que permite relacionarse y conocer gente en un ambiente distendido a muchos adultos cuyas opciones de ocio estaban bastante limitadas.
La presencia de músicos y grupos americanos en la isla y la iniciativa de muchos locales nocturnos, que han sabido con rapidez subirse al carro de las noches latinas, también han contribuido al despegue de la salsa en la isla. Es una moda que no parece pasajera, puesto que son cientos las personas que han aprendido a bailar al son en los últimos tiempos o que están haciéndolo ahora en las numerosas academias o clubs de baile que se han creado en todos los municipios de la isla.
Los salseros tienen su propia ruta con un calendario establecido y, en verano, su agenda nocturna es francamente agotadora. La salsa se baila todo el año, pero en estos meses se va a la playa. Las noches del Pereyra, los viernes de Keeper... son momentos de encuentro para los más bailones en temporada baja. Pero al llegar el calor, las costumbres cambian y aparecen nuevos lugares donde practicar los bailes sensuales y en pareja.
La actividad se concentra fundamentalmente en el fin de semana, pero también es posible encontrar salseros los miércoles por la noche en el Guaraná, de Santa Eulària. Los viernes, a partir de las doce, Top 21 se convierte en uno de los lugares más concurridos. Allí se dan cita alumnos y profesores de diferentes escuelas y localidades. El afán por competir está en el aire, no entre las parejas, solteros o separados que acuden a divertirse, pero sí entre sus monitores. Inicialmente, el local ponía música latina de doce a dos de la madrugada. El rotundo éxito de la convocatoria ha hecho que tengan que alargar el horario y ahora toda la noche es de los salseros.
Los sábados hay un ambiente diferente, más diurno y familiar. El itinerario del baile lleva a los aficionados hasta Cala Jondal, donde, en el restaurante Es Savinar, se organizan veladas musicales entre las ocho y media de la tarde y las doce y media de la noche. En la playa no hay tanta gente como en Top 21. Acuden familias con niños, que cenan allí tras una jornada de playa, y también mucha gente de la isla atraída, entre otras cosas, por los impresionantes movimientos de las mulatas.
Los tacones y leggins del viernes por la noche se cambian aquí por un atuendo más cómodo e informal. La fiesta empieza con la música del popular Ricardito, todo un clásico en los locales de ambiente latino. Después llega la espectacular Jacqueline con sus lentejuelas, sus plumas en la cabeza y su grupo: Sambacaray, especializado en ofrecer música caribeña en directo. El redoblar de los tambores y timbales mientras atardece en la playa es una opción más que tentadora y las cimbreantes caderas de la bailarina atontan a los hombres apalancados en la barra y animan a las mujeres que se contonean con disimulo hasta que la exuberante artista las va sacando y llena la terraza del restaurante de risas, palmas y gente desinhibida.
Al día siguiente Cala Jondal sigue siendo el destino de los salseros. Los domingos por la noche la fiesta está en el Tropicana.
Pero además hay una gran «oferta complementaria». En el Azúcar, de Sant Antoni, se dan clases todo el año y se puede admirar a muchos latinoamericanos que demuestran que es cierto: llevan el ritmo en la sangre. En Santa Eulària, un grupo de ex alumnos de Sherlock y Ángela, dos de los más populares profesores de baile de la isla, han creado la asociación Salsaeulalia. Cuentan con un local propio en el que se organizan fiestas cubanas, concursos de iniciación o veladas dedicadas a modalidades concretas como la rueda. En la discoteca Garbi, de Platja d´en Bossa, se organizan fiestas puntuales durante todo el año. Hay maratones benéficas de salsa y se ofrece a los aficionados la posibilidad de ver bailar en vivo a campeones de salsa de otras comunidades.
La ruta no termina en la isla. Los salseros ya organizan viajes para participar en exhibiciones en Galicia o asistir a un festival nacional en Barcelona. Parece que el fenómeno no ha hecho más que empezar. La salsa se ha introducido en el panorama festivo pitiuso hace relativamente poco, pero, en opinión de los profesionales, «el nivel en la isla es ya bastante bueno"