• El cierre de los mayores 'after' de la provincia de Barcelona no ahogó las ganas de fiesta de los noctámbulos
• Pequeños locales que abrieron después de las seis y fiestas privadas se abarrotaron
A las seis de la mañana las puertas de las discotecas barcelonesas ofrecían ayer un panorama anormal. Ni rastro de las legiones de promotores que reparten flyers (postales publicitarias) en busca de clientes de after. Lo que sí había era decenas de grupos de jóvenes con una pregunta: "¿Y ahora qué?"
El precinto simultáneo, el pasado jueves, de las salas Souvenir, Fritz y Merci, las más grandes de la provincia de Barcelona, sumieron ayer en la confusión a la nutridísima clientela de los after, acostumbrada a bailar mucho más a allá de las cinco de la mañana, la hora límite para el ocio discotequero. Una hora antes de que cerrara sus puertas la discoteca Space, llena hasta la bandera, parte del público ya barajaba posibilidades: "Hay un after en Sabadell que está bien", decía una joven en el baño. "Pues hoy igual abre otro en El Prat, pero también hay muchas fiestas en pisos", anunciaba otra.
Los empresarios de los after hours clausurados estaban igualmente desorientados. El Grupo Matinée, responsable del Souvenir, decidió no abrir ninguna sala en horario matinal, como señal de buena voluntad con la Conselleria d'Interior, que los ha clausurado hasta que se elabore una normativa, que posiblemente los legalice. Rubén Castillejos, responsable del Merci, señalaba que el día antes le habían ofrecido locales en El Prat, Mataró y Ripollet, y que se resistió a la espera de que la clausura sea generalizada. "Si no, habrá un agravio comparativo". El empresario lamentó el cierre tan repentino, que no les ha dejado espacio ni para anular suministros.
Ajenos a los avatares del negocio, los clientes más incondicionales no se rindieron y se desplazaron a Viladecans. "Pensábamos que el Souvenir abriría. Hemos gastado más de 50 euros en ir y volver en taxi por miedo a los controles, para nada", se lamentó Dani, dentro del Tribal. Este minúsculo y abarrotado after de la Diagonal fue, como el Balmes 88, una de las vías de escape para los noctámbulos más irreductibles de este fin de semana.
En la pista del Tribal, Helen bailaba como una posesa, a las 7.50 horas. "Es muy fuerte. Si cenas un poco tarde y vas primero a un bar, al final te queda una hora y media para bailar. Es normal que la gente quiera más", argumentó esta dependienta. "Los after ya no son los tugurios de antes. Ahora hay gente normal con ganas de pasarlo bien", añadió David.
Drogas a la carta
Luis, que distribuye drogas en toda la noche barcelonesa, aseguró que la venta no se resintió: "La gente se lo ha tomado todo antes", bromeaba. ¿Las estrellas de la noche? "Coca y pastillas (éxtasis)", dijo sin dudar. Del fatídico GHB (llamado éxtasis líquido y que produjo varias sobredosis que desataron las alarmas en Viladecans), poca demanda. "Ven que es difícil controlar la dosis y la mayoría pasan". Eso sí, el letal líquido mantiene cuota de ventas, con o sin after.
A las 9.30 horas, con una clave (para amigos de amigos) se podía acceder a una fiesta privada en la calle de Provença. Rayas de cocaína y ketamina presidían la mesa. La música atronaba, pero allí no había riesgo de precinto.
• Pequeños locales que abrieron después de las seis y fiestas privadas se abarrotaron
A las seis de la mañana las puertas de las discotecas barcelonesas ofrecían ayer un panorama anormal. Ni rastro de las legiones de promotores que reparten flyers (postales publicitarias) en busca de clientes de after. Lo que sí había era decenas de grupos de jóvenes con una pregunta: "¿Y ahora qué?"
El precinto simultáneo, el pasado jueves, de las salas Souvenir, Fritz y Merci, las más grandes de la provincia de Barcelona, sumieron ayer en la confusión a la nutridísima clientela de los after, acostumbrada a bailar mucho más a allá de las cinco de la mañana, la hora límite para el ocio discotequero. Una hora antes de que cerrara sus puertas la discoteca Space, llena hasta la bandera, parte del público ya barajaba posibilidades: "Hay un after en Sabadell que está bien", decía una joven en el baño. "Pues hoy igual abre otro en El Prat, pero también hay muchas fiestas en pisos", anunciaba otra.
Los empresarios de los after hours clausurados estaban igualmente desorientados. El Grupo Matinée, responsable del Souvenir, decidió no abrir ninguna sala en horario matinal, como señal de buena voluntad con la Conselleria d'Interior, que los ha clausurado hasta que se elabore una normativa, que posiblemente los legalice. Rubén Castillejos, responsable del Merci, señalaba que el día antes le habían ofrecido locales en El Prat, Mataró y Ripollet, y que se resistió a la espera de que la clausura sea generalizada. "Si no, habrá un agravio comparativo". El empresario lamentó el cierre tan repentino, que no les ha dejado espacio ni para anular suministros.
Ajenos a los avatares del negocio, los clientes más incondicionales no se rindieron y se desplazaron a Viladecans. "Pensábamos que el Souvenir abriría. Hemos gastado más de 50 euros en ir y volver en taxi por miedo a los controles, para nada", se lamentó Dani, dentro del Tribal. Este minúsculo y abarrotado after de la Diagonal fue, como el Balmes 88, una de las vías de escape para los noctámbulos más irreductibles de este fin de semana.
En la pista del Tribal, Helen bailaba como una posesa, a las 7.50 horas. "Es muy fuerte. Si cenas un poco tarde y vas primero a un bar, al final te queda una hora y media para bailar. Es normal que la gente quiera más", argumentó esta dependienta. "Los after ya no son los tugurios de antes. Ahora hay gente normal con ganas de pasarlo bien", añadió David.
Drogas a la carta
Luis, que distribuye drogas en toda la noche barcelonesa, aseguró que la venta no se resintió: "La gente se lo ha tomado todo antes", bromeaba. ¿Las estrellas de la noche? "Coca y pastillas (éxtasis)", dijo sin dudar. Del fatídico GHB (llamado éxtasis líquido y que produjo varias sobredosis que desataron las alarmas en Viladecans), poca demanda. "Ven que es difícil controlar la dosis y la mayoría pasan". Eso sí, el letal líquido mantiene cuota de ventas, con o sin after.
A las 9.30 horas, con una clave (para amigos de amigos) se podía acceder a una fiesta privada en la calle de Provença. Rayas de cocaína y ketamina presidían la mesa. La música atronaba, pero allí no había riesgo de precinto.
