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El dueño de Pachá pone a la venta su imperio
EL PROPIETARIO DE UNO DE LOS MAYORES IMPERIOS LÚDICOS DEL MUNDO MANEJA DIVERSAS OFERTAS DE VARIAS NACIONALIDADES PARA CEDER SUS PACHÁ POR 500 MILLONES DE EUROS
Ricard Urgell en el estreno del filme El arquitecto de la noche que glosa su trayectoria
Lleva tantos años anunciándolo que nadie lo toma en serio. Ni él mismo. Pero parece que esta vez, sí. Lo deja, se desprende de todo. Dice que ya está bien, que el año que viene cumple los ochenta y está cansado. ¿Cansado? Nadie lo diría. Acaba de llegar de Japón, donde ha abierto un Pachá, y poco antes había puesto en marcha otro en Dubái, sin contar con un viaje para revisar unas obras de reparación en su casa brasileña.
¿Podrá vivir Urgell sin su “baile”? Porque a él lo que le gusta es bailar. Todo gira alrededor de El
baile, como se llama su velero, y el primero de los dos libros que editó sobre Pachá. “Antes se iba a bailar, ahora a levantar los brazos, una vez arriba ya no se pueden volver a bajar de gente que hay”, suele quejarse. ¿Soportará vivir sin esa sensación? ¿Podrá prescindir de la discoteca, del hotel El Hotel, del complejo Destino Ibiza, de las ediciones de la revista? ¿En qué usará su energía? Sus amigos dicen que no resistirá mucho tiempo inactivo, pero él asegura que “en cuanto tenga un compromiso en firme y firmado, lo vendo todo”. A cambio de 500 millones de euros, claro, aunque siempre se podrá discutir.
Lleva tiempo en venta pero “hasta que no tenga el dinero en la mano, no aseguraré nada”, dice socarrón, que no le pase como con el último presunto comprador, un chino “que ahora está en la cárcel”. Y es que esto de los negocios de noche se han de trabajar de día con la mente despejada. Como lo ha hecho él desde el inicio, poco o nada amigo de los vicios adyacentes.
Urgell posee en propiedad dos Pachá, uno en Vallpineda (Sitges), que cumple ahora 50 años, y el de Eivissa (a principios de mes celebró su 43 cumpleaños), así como 17 franquicias en el mundo. Una empresa familiar cuyo consejo preside, y en el que está su hermano José María (Piti, el primer dj estrella creador de las celebradas Flower Power), sus hijos Hugo y Ricardo jr. (Panchi), e Iria, su ojito derecho, la pequeña de la casa fruto de su segundo matrimonio con María Calderón. Iria, lista e inteligente, tras estudiar en el afamado College Alpin Beau Soleil de Villarssur-Ollon, el exclusivo internado suizo, dirige Lío, el restaurante espectáculo de la cadena más exitosa de la isla que ha empezado a abrir franquicias en el mundo.
Ricard Urgell está ahora en su casa en el centro de Eivissa. Va a la oficina a diario donde dos secretarias controlan su agenda. En realidad un filtro imprescindible. Tiene un teléfono móvil que apenas utiliza y hablar con él es una aventura. No suele frecuentar la noche. Le da pereza saludar a los cientos de “amigos” que se le aparecen en cualquiera de sus salas. del Pachá al Lío. Muchos años de agobio continuado.
“El año que viene llego a los ochenta”, repite de nuevo como en un lamento. Su historia lúdica empezó en 1960, al abrir Tito’s en Sitges, que dio pasó al primer Pachá siete años después. En 1973 repite modelo en Eivissa, convirtiendo una casa rural en una sala de baile. En el 92 empieza la invasión mundial, con Italia y Portugal en cabeza, y en el 94 cruza el Atlántico y abre en Miami.
“Dedícate a esto, vivirás como un pachá”, le vaticinó su primera esposa, la recordada Marisa Cobos, madre de sus dos hijos mayores, Panchi y Hugo, por el que es abuelo de Huguito. El primero es el supervisor de la calidad homogéna de todos los Pachá del mundo, logrando hacer de la marca un referente global. Hugo es el responsable de todo el merchandising de la casa, allí donde hay cualquier objeto con las dos cerezas, detrás está él. Y aunque están también al frente de Destino Ibiza, el macro disco hotel en Cap Martinet, no se sienten atraídos por el mundo lúdico.
En principio ninguno de los dos parece interesado en seguir en el negocio, y sólo Iria está interesada en Lío, y Urgell está cansa-
do. Y puede que hasta harto de tanta indolencia ibicenca, con eternos problemas sin resolver. Con cinco municipios y cada uno con sus reglas. Hace apenas una semana, Pepe Roselló (que cierra este verano sus 27 años en Space) contaba que todo lo edificado en Platja d’en Bossa, donde está la disco, está sobre terreno rústico. “Sí...”, susurra Urgell. Y así todo.
Incongruencias como recibir el mismo día la medalla de oro al mérito del trabajo y horas después una multa por no haber solicitado permisos para limpiar un basurero que estaba pegado a su hotel. “Era una nube de porquería, ratas, mosquitos, olores pésimos” que pagó de su bolsillo y por el que después le cayó una multa. Eivissa, un torrente de emociones desenfrenadas donde hoy por hoy, manda Pachá.
EL PROPIETARIO DE UNO DE LOS MAYORES IMPERIOS LÚDICOS DEL MUNDO MANEJA DIVERSAS OFERTAS DE VARIAS NACIONALIDADES PARA CEDER SUS PACHÁ POR 500 MILLONES DE EUROS
- La Vanguardia
- 11 Jun 2016
- JOSEP SANDOVAL
Ricard Urgell en el estreno del filme El arquitecto de la noche que glosa su trayectoria
Lleva tantos años anunciándolo que nadie lo toma en serio. Ni él mismo. Pero parece que esta vez, sí. Lo deja, se desprende de todo. Dice que ya está bien, que el año que viene cumple los ochenta y está cansado. ¿Cansado? Nadie lo diría. Acaba de llegar de Japón, donde ha abierto un Pachá, y poco antes había puesto en marcha otro en Dubái, sin contar con un viaje para revisar unas obras de reparación en su casa brasileña.
¿Podrá vivir Urgell sin su “baile”? Porque a él lo que le gusta es bailar. Todo gira alrededor de El
baile, como se llama su velero, y el primero de los dos libros que editó sobre Pachá. “Antes se iba a bailar, ahora a levantar los brazos, una vez arriba ya no se pueden volver a bajar de gente que hay”, suele quejarse. ¿Soportará vivir sin esa sensación? ¿Podrá prescindir de la discoteca, del hotel El Hotel, del complejo Destino Ibiza, de las ediciones de la revista? ¿En qué usará su energía? Sus amigos dicen que no resistirá mucho tiempo inactivo, pero él asegura que “en cuanto tenga un compromiso en firme y firmado, lo vendo todo”. A cambio de 500 millones de euros, claro, aunque siempre se podrá discutir.
Lleva tiempo en venta pero “hasta que no tenga el dinero en la mano, no aseguraré nada”, dice socarrón, que no le pase como con el último presunto comprador, un chino “que ahora está en la cárcel”. Y es que esto de los negocios de noche se han de trabajar de día con la mente despejada. Como lo ha hecho él desde el inicio, poco o nada amigo de los vicios adyacentes.
Urgell posee en propiedad dos Pachá, uno en Vallpineda (Sitges), que cumple ahora 50 años, y el de Eivissa (a principios de mes celebró su 43 cumpleaños), así como 17 franquicias en el mundo. Una empresa familiar cuyo consejo preside, y en el que está su hermano José María (Piti, el primer dj estrella creador de las celebradas Flower Power), sus hijos Hugo y Ricardo jr. (Panchi), e Iria, su ojito derecho, la pequeña de la casa fruto de su segundo matrimonio con María Calderón. Iria, lista e inteligente, tras estudiar en el afamado College Alpin Beau Soleil de Villarssur-Ollon, el exclusivo internado suizo, dirige Lío, el restaurante espectáculo de la cadena más exitosa de la isla que ha empezado a abrir franquicias en el mundo.
Ricard Urgell está ahora en su casa en el centro de Eivissa. Va a la oficina a diario donde dos secretarias controlan su agenda. En realidad un filtro imprescindible. Tiene un teléfono móvil que apenas utiliza y hablar con él es una aventura. No suele frecuentar la noche. Le da pereza saludar a los cientos de “amigos” que se le aparecen en cualquiera de sus salas. del Pachá al Lío. Muchos años de agobio continuado.
“El año que viene llego a los ochenta”, repite de nuevo como en un lamento. Su historia lúdica empezó en 1960, al abrir Tito’s en Sitges, que dio pasó al primer Pachá siete años después. En 1973 repite modelo en Eivissa, convirtiendo una casa rural en una sala de baile. En el 92 empieza la invasión mundial, con Italia y Portugal en cabeza, y en el 94 cruza el Atlántico y abre en Miami.
“Dedícate a esto, vivirás como un pachá”, le vaticinó su primera esposa, la recordada Marisa Cobos, madre de sus dos hijos mayores, Panchi y Hugo, por el que es abuelo de Huguito. El primero es el supervisor de la calidad homogéna de todos los Pachá del mundo, logrando hacer de la marca un referente global. Hugo es el responsable de todo el merchandising de la casa, allí donde hay cualquier objeto con las dos cerezas, detrás está él. Y aunque están también al frente de Destino Ibiza, el macro disco hotel en Cap Martinet, no se sienten atraídos por el mundo lúdico.
En principio ninguno de los dos parece interesado en seguir en el negocio, y sólo Iria está interesada en Lío, y Urgell está cansa-
do. Y puede que hasta harto de tanta indolencia ibicenca, con eternos problemas sin resolver. Con cinco municipios y cada uno con sus reglas. Hace apenas una semana, Pepe Roselló (que cierra este verano sus 27 años en Space) contaba que todo lo edificado en Platja d’en Bossa, donde está la disco, está sobre terreno rústico. “Sí...”, susurra Urgell. Y así todo.
Incongruencias como recibir el mismo día la medalla de oro al mérito del trabajo y horas después una multa por no haber solicitado permisos para limpiar un basurero que estaba pegado a su hotel. “Era una nube de porquería, ratas, mosquitos, olores pésimos” que pagó de su bolsillo y por el que después le cayó una multa. Eivissa, un torrente de emociones desenfrenadas donde hoy por hoy, manda Pachá.